Metálogo: ¿Qué es un instinto? (1) Por Gregory Bateson
HIJA:
Papá, ¿qué es un instinto?
PADRE: Un
instinto, querida, es un principio explicativo.
H.:
¿Pero qué explica?
P.: Todo... casi absolutamente todo.
Cualquier cosa que quieras explicar.
H.:
No seas tonto: no explica la gravedad.
P.:
No, pero eso es porque nadie quiere que el “instinto” explique la
gravedad. Si lo quisieran, lo explicaría. Podríamos decir que la luna tiene un
instinto cuya fuerza varía inversamente al cuadrado de la distancia...
H.:
Pero eso no tiene sentido; papá.
P.:
Claro que no, pero fuiste tú la que mencionó el instinto, no yo.
H.:
Está bien... ¿pero qué es lo que explica la gravedad?
P.:
Nada, querida, porque la gravedad es un principio explicativo.
H.:
¡Oh!
H.:
¿Quieres decir que no se puede usar un principio explicativo para
explicar otro? ¿Nunca?
P.:
Humm... casi nunca. Eso es lo que Newton quería decir cuando dijo:
“Hypothesis non fingo”.
H.:
¿Y qué significa eso, por favor?
P.:
Bueno, tú ya sabes qué son las hipótesis. Cualquier aserción que conecta
una con otras dos aserciones descriptivas es una hipótesis. Si tú dices que
hubo luna llena el 1º de febrero y nuevamente el 1º de marzo y luego conectas
esas dos observaciones de alguna manera, es una hipótesis.
H.:
Sí, y también sé qué quiere decir non, ¿pero qué es fingo?
P.:
Bueno, fingo es una palabra que en latín tardío significa “hago”. Forma
un sustantivo verbal “fictio”, del que procede nuestra palabra “ficción”.
H.:
Papá, ¿quieres decir que Sir Isaac Newton pensaba que todas las
hipótesis están compuestas como los cuentos?
P.:
Si, precisamente.
H.:
¿Pero no descubrió la gravedad? ¿Con la manzana?
P.: No, querida. La inventó.
H.:
¡Oh! ¿Y quién inventó el instinto, papá?
P.:
No lo sé. Probablemente sea bíblico.
H.:
Pero si la idea de la gravedad conecta dos aserciones descriptivas, tiene
que ser una hipótesis.
P.:
Efectivamente.
H.:
Entonces, Newton “fingó” una hipótesis, después de todo.
P.:
Si, por cierto que lo hizo. Era un científico muy grande.
H.:
Oh.
H.: Papá, ¿un principio
explicativo es lo mismo que una hipótesis?
P.:
Casi, pero no del todo. Verás: una hipótesis trata de explicar algo
particular, pero un principio explicativo —como la gravedad o el instinto— no
explica realmente nada. Es una especie de acuerdo convencional entre los
científicos para no pasar más allá de cierto punto en su intento de explicar
las cosas.
H.:
¿A eso se refería Newton? Si “gravedad” no explica nada sino es una
especie de punto y aparte al final de una línea de explicación, entonces el
inventar la gravedad no fue lo mismo que inventar una hipótesis, y podía decir
que él no “fingó” ninguna hipótesis.
P.:
Exacto. No hay explicación de un principio explicativo. Es como una
“caja negra”.
H.:
Oh.
H.:
Papá, ¿qué es una caja negra?
P.:
Una caja negra es un acuerdo convencional entre los cien tíficos para
detenerse en el intento de explicar las cosas en cierto punto. Sospecho que por
lo común es un acuerdo temporal.
H.:
Pero esto no suena a caja negra.
P.:
No... pero así es como se lo llama. Las cosas muchas veces no suenan
como sus nombres.
H.:
No.
P.: Es una palabra que proviene de los
ingenieros. Cuando dibujan el diagrama de una maquina complicada, emplean una
especie de taquigrafía. En vez de dibujar todos los detalles, colocan una caja
que representa todo un conjunto de partes y a esa caja le ponen un rótulo que
indica lo que ese conjunto de partes se supone que hace.
H.:
Entonces, “caja negra” es un rótulo de lo que un conjunto de cosas se
supone que tiene que hacer...
P.:
Así es. Pero no es una explicación de cómo funciona ese conjunto.
H.:
¿Y la gravedad?
P.:
Es un rótulo para lo que se supone que la gravedad hace. No es una
explicación de cómo lo hace.
H.:
Oh.
P.:
Papá, ¿qué es un instinto?
P.:
Es un rótulo para lo que se supone que hace cierta caja negra.
H.:
¿Pero qué se supone que hace?
P.:
Humm. Esa es una pregunta muy difícil.
H.:
Sigue.
P.: Bueno. Se supone que controla
–controla parcialmente– lo que hace el organismo.
H.:
¿Tienen instinto las plantas?
P.:
No. Si un botánico empleara la palabra “instinto” al hablar de las
plantas sería acusado de zoomorfismo.
H.:
¿Es algo malo?
P.:
Sí. Muy malo para los botánicos. Para un botánico, ser culpable de
zoomorfismo es lo mismo que para un zoólogo ser culpable de antropomorfismo.
Muy malo, por cierto.
H.: ¡Ah, ya entiendo!
H.:
¿Qué quisiste decir al hablar de “control parcial”?
P.:
Bueno, si un animal cae por una pendiente su caída es controlada por la
gravedad. Pero si culebrea al caer, eso puede deberse al instinto.
H.:
¿Instinto de conservarse a sí mismo? (self-preservative)
P.:
Supongo que sí.
U.:
¿Qué es un sí-mismo (self)? ¿Sabe un perro que tiene un sí-mismo?
P.:
No lo sé. Pero si el perro sabe que tiene un sí-mismo y culebrea para
preservar ese sí-mismo, entonces su culebreo es racional y no instintivo.
H.:
¡Oh, entonces un “instinto de preservación de sí-mismo” es una
contradicción!
P.:
Bueno, es una especie de paradero a la mitad del camino que lleva al
antropomorfismo.
H.:
Oh. Eso es malo.
P.:
Pero el perro podría saber que tiene un sí-mismo y no saber que este
sí-mismo tiene que ser preservado. Entonces sería racional no culebrear. Si, a
pesar de ello, el perro culebrea, eso sería instintivo. Pero si aprendiera a
culebrear, entonces no sería instintivo.
H.:
Oh.
H.:
¿Qué es lo que no sería instintivo, papá? ¿El aprender o el culebrear?
P.:
No... sólo el culebrear.
H.:
¿Y el aprender sería instintivo?
P.:
Bueno... sí. A menos que el perro tuviera que aprender a aprender.
H.:
Oh.
H.:
Pero, papá, ¿qué se supone que explica el instinto?
P.:
Sigo tratando de evitar esa pregunta. Verás, los instintos se inventaron
antes de que alguien supiera algo de genética, y la mayor parte de la genética
moderna se descubrió antes de que alguien supiera algo de teoría de la
comunicación. Por eso es doblemente difícil traducir “instinto” en términos e
ideas modernas.
H.:
Sí, sigue.
P.:
Bueno, tu sabes que en los cromosomas hay genes, y que los genes son una
especie de mensaje que tiene que ver con la manera como se desarrolla el
organismo y como se porta.
H.:
¿Desarrollarse es distinto de comportarse, papá? ¿Cuál es la diferencia?
¿Y cuál de los dos es el aprendizaje? ¿“Desarrollarse” o “Comportarse”?
P.:
jNo! No! No tan rápido. Evitemos esas preguntas metiendo el
desarrollarse-aprender-conducta todos juntos en la misma canasta. Un único
espectro de fenómenos. Tratemos ahora de decir cómo contribuye el instinto a
explicar este espectro.
H.:
¿Pero es un espectro?
P.:
No... esa es sólo una manera laxa de hablar.
H.:
Oh.
H.:
¿Pero no se encuentra todo el instinto en el extremo de ese espectro que
corresponde a la conducta? ¿Y no está toda la conducta determinada por el
ambiente y no por los cromosomas?
P.:
Dejemos en claro una cosa… que no existe conducta ni anatomía ni
aprendizaje en los cromosomas mismos.
H.:
¿No tienen su propia anatomía?
P.:
Sí, por supuesto. Y su propia fisiología. Pero la anatomía y fisiología
de los genes y cromosomas no es la anatomía y fisiología de todo el animal.
H.:
Por supuesto que no.
P.: Pero es sobre la anatomía y fisiología de todo
el animal.
H.:
¿Anatomía sobre anatomía?
P.:
Sí, exactamente como las letras y palabras tienen sus propias formas y
figuras y esas figuras son partes de palabras y oraciones y así siguiendo… lo
que puede ser sobre cualquier cosa.
H.:
Oh.
H.:
Papá, ¿la anatomía de los genes y cromosomas es sobre la anatomía de
todo el animal? ¿Y la fisiología de los genes y de los cromosomas sobre la fisiología
de todo el animal?
P.:
No, no. No hay razón para esperarlo. Las cosas no suceden así. La
anatomía y la fisiología no están separadas de esta manera.
H.:
Papá, ¿vas a poner la anatomía y la fisiología en una canasta, como
hiciste con el desarrollo-aprendizaje-conducta?
P.:
Sí, ciertamente.
H.:
Oh.
H.:
¿En la misma canasta?
P.:
¿Por qué no? Pienso que el desarrollo se encuentra justo en el medio de
la canasta. Justo en el medio.
H.:
Oh.
H.:
Si los cromosomas y genes tienen anatomía y fisiología, tienen que tener
desarrollo.
P.:
Sí. Se sigue de lo dicho.
H.:
¿Piensas que su desarrollo podría ser sobre el desarrollo de todo el
organismo
P.:
Ni siquiera sé qué significado podría tener esa pregunta.
H.:
Yo sí. Significa que los cromosomas y genes cambiarían o se
desarrollarían de alguna manera mientras el bebé se está desarrollando, y los
cambios en los cromosomas serían sobre los cambios que se dan en el bebé.
Controlándolos o controlándolosparcialmente.
P.:
No. No lo creo.
H.:
Oh.
H.: ¿Aprenden los cromosomas?
P.:
No lo sé.
H.:
Más bien suenan a cajas negras.
P.:
Sí, pero si los cromosomas o genes pueden aprender, entonces son unas
cajas negras mucho más complicadas que lo que alguien cree actualmente. Los
científicos siempre suponen o esperan que las cosas sean sencillas, para
descubrir luego que no lo son.
H.:
Sí, papá.
H.:
Papá, ¿es eso un instinto?
P.:
¿Es qué un instinto?
H.:
Suponer que las cosas son simples.
P.:
Por supuesto que no. Los científicos tienen que ser enseñados para hacer
eso.
H.:
Pero creí que ningún organismo podía ser enseñado a equivocarse todas
las veces.
P.:
Jovencita, te estás poniendo irrespetuosa y equivocada. En primer lugar,
los científicos no se equivocan cada vez que suponen que las cosas son simples.
Con mucha frecuencia aciertan o aciertan parcialmente, y con mayor frecuencia
aún creen estar acertados y así se lo dicen unos a otras. Y esto es un refuerzo
suficiente. Y, de todas maneras, estás equivocada al decir que ningún organismo
puede ser enseñado a equivocarse todas las veces.
H.:
Cuando la gente dice que algo es instintivo, ¿Intenta entonces de
simplificar las cosas?
P.:
Sí, por cierto.
H.:
¿Y están equivocados?
P.:
No lo sé. Depende de lo que quieran decir.
H.:
Oh.
H.: Y ¿cuándo lo hacen?
P.:
Sí; ése es un modo mejor de hacer la pregunta. Lo hacen cuando ven que
un ser viviente está haciendo algo y están seguros de que: primero, ese ser no
aprendió cómo hacer ese algo y, segundo, que ese ser es demasiado estúpido para
comprender por qué debe hacerlo.
H.:
¿Y en alguna otra oportunidad?
P.:
Sí. Cuando ven que todos los miembros de la especie hacen las mismas
cosas en las mismas circunstancias; y cuando ven que el animal repite la misma
acción aún cuando las circunstancias hayan cambiado y la acción no tenga
resultado.
H.:
¿Entonces existen cuatro maneras de saber que algo es instintivo?
P.:
No. Cuatro condiciones. Si ellas se dan, los científicos hablan de
instinto.
H.:
¿Pero qué pasa si una condición no está presente? Un instinto suena más
bien a hábito o costumbre.
P.:
Pero los hábitos son aprendidos.
H.:
Sí.
H.: ¿Los hábitos se aprenden siempre dos veces?
P.:
¿Qué quieres decir?
H.:
Quiero decir... cuando aprendo una combinación de cuerdas en la guitarra
primero las aprendo o las encuentro; y luego, cuando practico, formo el hábito
de tocarlas de esa manera. Y a veces formo hábitos malos.
P.:
¿Aprendiendo a equivocarte todas las veces?
H.:
Este... sí, de acuerdo. ¿Pero qué pasa con ese asunto de aprender en dos
etapas? ¿No estarían presentes ambas partes del aprendizaje si el tocar la
guitarra fuera instintivo?
P.:
Sí. Si ambas partes del aprendizaje no estuvieran claramente presentes
los científicos podrían decir que el tocar la guitarra es instintivo.
H.: ¿Y si faltara sólo una parte del aprendizaje?
P.:
Entonces, lógicamente la parte faltante podría explicarse por el
“instinto”.
H.:
¿Podría faltar cualquiera de las dos partes?
P.:
No lo sé. No pienso que alguien lo sepa.
H.:
Oh.
H.:
¿Los pájaros practican sus cantos?
P.:
Si. Se dice que algunos pájaros los practican.
H.:
Supongo que el instinto les da la primera parte del canto, pero tienen
que trabajar para lograr la segunda parte.
P.:
Quizá.
H.:
¿Podría ser instintivo ese practicar?
P.:
Supongo que podría serlo.., pero no estoy seguro de qué sentido puede
llegar a tomar la palabra “instinto” en esta conversación.
H.:
Es un principio explicativo, papá, tal como dijiste... Hay algo que no
entiendo.
P.:
¿Sí?
H.:
¿Hay sólo un gran montón de instintos? ¿O hay montones de instintos?
P.:
Sí. Esa es una buena pregunta, y los científicos han hablado mucho sobre
ella, haciendo listas de instintos separados y apilándolos luego otra vez.
H.:
¿Pero cuál es la respuesta?
P.:
Bueno. No es muy clara. Pero hay una cosa cierta: que los principios
explicativos no deben multiplicarse sin necesidad.
H.:
¿Qué significa eso, por favor?
P.:
Es la idea que está detrás del monoteísmo.., que la idea de un solo Dios
grande debe preferirse a la idea de dos dioses pequeños.
H.:
¿Dios es un principio explicativo?
P.:
Oh, sí... muy grande. No hay que emplear dos cajas negras —o dos
instintos— para explicar lo que una sola caja negra puede explicar.
H.:
Si es lo suficientemente grande.
P.:
No. Quiere decir...
H.:
¿Hay instintos grandes e instintos pequeños?
P.:
Bueno, de hecho, los científicos hablan efectivamente como si los
hubiera. Pero a los instintos pequeños los llaman con otros nombres:
“reflejos”, “mecanismos innatos de descarga”, “patrones fijos de acción”,
etcétera.
H.:
Ya veo.., es como tener un gran Dios para explicar el universo y cantidades
de “trasgos” o “duendes” para explicar las cosas menudas que suceden.
P.:
Bueno, sí. Algo así.
H.:
Pero, papá, ¿cómo apilan las cosas para formar los grandes instintos?
P.:
Bueno, por ejemplo, no dicen que el perro tiene un instinto que lo hace
culebrear cuando cae por la pendiente y otro que lo hace huir del fuego.
H.:
¿Quieres decir que ambas cosas se explicarían mediante un instinto de
preservación de sí mismo?
P.: Algo parecido. Sí.
H.:
Pero si reúnes estos actos diferentes bajo un mismo instinto, entonces
no puedes dejar de decir que el perro tiene el uso de la noción de “sí-mismo”.
P.:
No, tal vez no.
H.: ¿Qué harías con el instinto de cantar y con el
instinto de practicar el canto?
P.:
Bueno.., según para qué se use el canto. Tanto el canto como la práctica
podrían caer bajo un instinto territorial o bajo un instinto sexual.
H.: Yo no los pondría juntos.
P.:
¿No?
H.:
Porque ¿qué sucedería si el pájaro practicara también recoger semillas o
algo semejante? Tendrías que multiplicar los instintos —¿cómo era?— “más allá
de lo necesario”.
P.:
¿Qué quieres decir?
H.:
Me refiero a un instinto de “conseguir-alimento” para explicar la
recolección de semillas, y un “instinto-territorial” para la práctica del
canto. ¿Por qué no recurrir a un instinto de practicar para ambas cosas? Eso
ahorra una caja negra.
P.:
Pero entonces tendrías que dejar de lado la idea de apilar juntas bajo
un mismo instinto, acciones que tienen el mismo propósito.
H.:
Sí... porque si la práctica es para un propósito —quiero decir si el
pájaro tiene un propósito— entonces el practicar es racional y no instintivo.
¿No era algo así lo que dijiste?
P.:
Sí, algo así.
H.:
¿Podríamos a’rreglárnoslas sin la idea de “instinto”?
P.:
¿Cómo explicarías entonces las cosas?
H.:
Bueno, me limitaría a tomar en cuenta las cosas pequeñas. Cuando alguna
cosa estalla, el perro salta. Cuando le falta la tierra debajo de los pies,
culebrea. Y así todo lo demás.
P.:
Quieres decir... ¿todos los trasgos pero ningún dios?
H.:
Sí, algo así.
P.:
Bueno. Hay científicos que tratan de hablar así, y se está convirtiendo
en algo de buen tono. Dicen que es más objetivo.
H.:
¿Y lo es?
P.:
¡Oh, sí!
H.:
Papá, ¿qué significa “objetivo”?
P.:
Bueno. Significa que uno mira con mucho cuidado las cosas que uno eligió
mirar.
H.:
Suena bien. ¿Pero cómo hacen las personas objetivas para elegir las
cosas respecto de las cuales quieren ser objetivas?
P.:
Bueno. Eligen aquellas cosas sobre las cuales es fácil ser objetivo.
H.:
¿Quieres decir, fácil para, ellos?
P.:
Sí.
H.:
Pero ¿cómo saben que esas casas son fáciles?
P.:
Supongo que prueban varias cosas y lo descubren mediante la experiencia.
H.:
Entonces, ¿es una elección subjetiva?
P.:
¡Oh, Sí! Toda experiencia es subjetiva.
H.:
Pero es humana y subjetiva. Ellos deciden sobre qué pedacito de la
conducta animal ser objetivos, tomando en cuenta la experiencia humana
subjetiva. ¿No dijiste que el antropomorfismo es algo malo?
P.:
Sí... pero es que ellos tratan de no ser humanos.
H.:
¿Qué cosas dejan fuera?
P.:
¿Qué quieres decir?
H.:
Quiero decir... la experiencia subjetiva les muestra cuáles son las
cosas sobre las cuales es fácil ser objetivos. Entonces, van y estudian esas
cosas. ¿Pero cuáles son las cosas que su experiencia les muestra que son
difíciles? Como para evitarlas. ¿Cuáles son las cosas que evitan?
P.: Bueno, tú mencionaste antes algo llamado
“práctica”. Esa es una cosa sobre la que es difícil ser objetivo. Y hay otras
cosas que son difíciles en el mismo sentido. El juego, por ejemplo. Y la
exploración. Es difícil ser objetivo acerca de si una rata está explorando
realmente o está realmente jugando. Por eso no investigan esas cosas. Y además,
está el amor. Y, por supuesto, el odio.
H.:
Ya veo. Esa es la clase de cosas para as cuales yo quería inventar
instintos separados.
P.: Sí... cosas como ésas. Y no te
olvides del humor.
H.:
Papá, ¿los animales son objetivos?
P.:
No lo sé... probablemente no. Tampoco creo que sean subjetivos. No
pienso que estén escondidos de esa manera.
H.: ¿No es cierto que a la gente
le resulta especialmente difícil ser objetiva respecto de las partes más
animales de su naturaleza?
P.:
Supongo que sí. De todas maneras, así lo dijo Freud, y pienso que estaba
acertado. ¿Por qué lo preguntas?
H.:
Porque, ¡caramba, pobre gente! Tratan de estudiar los animales. Y se
especializan en aquellas cosas que pueden estudiar objetivamente. Y luego sólo
pueden ser objetivos acerca de aquellas cosas en las que ellos mismos son menos
semejantes a los animales. Les tiene que resultar difícil.
P.:
No, eso no se sigue necesariamente. Pese a todo, es posible a la gente
ser objetiva acerca de algunas cosas de la naturaleza animal. No has mostrado
que la totalidad de la conducta animal se encuentra entre el conjunto de cosas
sobre las que la gente no puede ser objetiva.
H.:
¿No?
H.:
¿Cuáles son las diferencias realmente grandes entre la gente y los
animales?
P.: Bueno... el intelecto, el lenguaje, los
utensilios. Cosas como ésas.
H.:
¿Y es fácil para la gente ser objetiva en el lenguaje y acerca de los
utensilios
P.:
Así es.
H.:
Pero eso debe querer decir que en la gente hay todo un conjunto de ideas
o lo que sea que están todas enlazadas entre sí. Una especie de segundo ser
viviente dentro de la totalidad de la persona, y este segundo ser viviente debe
tener una manera muy distinta de pensar sobre cualquier cosa. Una manera
objetiva.
P.:
Sí. El camino real hacia la conciencia y la objetividad pasa por el
lenguaje y los utensilios.
H.:
¿Pero qué pasa cuando ese ser viviente mira a todas esas partes de la
persona sobre las cuales es difícil para la gente ser objetiva? ¿Se limita a
mirar o se entromete?
P.:
Se entromete.
H.:
¿Y qué sucede?
P.:
Es una pregunta muy terrible.
H.:
Sigue. Si queremos estudiar los animales, tenemos que afrontar esa
pregunta.
P.:
Bueno… los poetas y los artistas conocen la respuesta mejor que los
científicos. Déjame leerte un trozo:
El pensamiento transformó el infinito en una serpiente, y
aquello que le dio compasión
En una llama devoradora; y el hombre huyó de su faz y se
ocultó
En selvas de noches: entonces todas las selvas eternas se
dividieron
En tierras que ruedan en círculos de espacio, que como un
océano se lanzaron
Y sumergieron todo, excepto esta finita muralla de carne.
Entonces se formó el templo de la serpiente; y el hombre se
convirtió en un ángel,
El cielo en un poderoso círculo que gira, Dios en un tirano
coronado. (2)
H.:
No lo entiendo. Suena tremendo, ¿pero qué significa?
P.:
Bueno, no es una aserción objetiva, porque está hablando del efecto de
la objetividad —lo que el poeta llama aquí pensamiento— sobre la totalidad de
la persona o la totalidad de la vida. El “pensamiento” debería seguir siendo
una parte del todo, pero en vez de ello, se esparce y se entre mete en el
resto.
H.:
Sigue.
P.:
Bueno Escinde todo en pedazos.
H.:
No entiendo.
P.:
Bueno, la primera escisión es entre la cosa objetiva y el resto. Y
luego, en el interior de lo creado a imagen del intelecto, del lenguaje y los
utensilios, es natural que se desarrolle el propósito. Los utensilios son para
propósitos y todo lo que bloquea un propósito es un obstáculo. El mundo de lo creado
objetivo se escinde en cosas “ayudadoras” y cosas “obstaculizantes”
H.:
Sí. Ya lo veo.
P.:
De acuerdo. Entonces lo creado aplica esta escisión a la totalidad de la
persona, y “ayudador” y “obstaculizador” se convierten en el Bien y el Mal, y
el mundo se escinde luego entre Dios y la Serpiente. Y después de ésta se
siguen más y más escisiones, porque el intelecto clasifica y divide
constantemente las cosas.
H.:
¿Multiplicando los principios explicativos más allá de lo necesario?
P.:
Así es.
H.:
Por lo tanto, inevitablemente, cuando la criatura objetiva mira a los
animales, escinde las cosas y hace que los animales parezcan seres humanos
después de que sus intelectos han invadido sus almas.
P.:
Exactamente. Es una especie de antropomorfismo inhumano.
H.:
¿Y ésa es la razón de que la gente objetiva estudie todos los trasguitos
en vez de estudiar las cosas más grandes?
P.: Sí. Se la llama la psicología
del E-R (Estímulo – Respuesta) (3). Es fácil ser objetivo respecto del sexo,
pero no respecto del amor.
H.:
Papá, hemos hablado de dos maneras de estudiar a los animales —la manera
del instinto amplio y la manera S-R—, y ninguna de las dos me pareció muy
sólida. ¿Qué hacemos ahora?
P.:
No sé.
H.:
¿No dijiste que el camino real hacia la objetividad y la con ciencia son
el lenguaje y los utensilios? ¿Cuál es el camino hacia la otra mitad?
P.:
Freud dijo que los sueños.
H.:
Oh.
H.:
¿Qué son los sueños? ¿Cómo se arman?
P.:
Bueno... los sueños son fragmentos y trozos del material de que estamos
hechos. El material no objetivo.
H.:
¿Pero cómo se los arma?
P.:
Mira. ¿No te parece que nos estamos alejando un poco del asunto de la
conducta de los animales?
H.:
No lo sé. Pero no creo .que se trate de eso. Pareciera como si
tuviéramos que ser antropomórficos de una manera u otra, hagamos lo que
hagamos. Y es manifiestamente equivocado construir nuestro antropomorfismo
sobre ese aspecto de la naturaleza humana en la que ella es más diferente de los
animales. Probemos, pues, el otro aspecto. Dijiste que los sueños son el camino
real hacia el otro aspecto. Entonces…
P.:
No fui yo. Freud fue quien lo dijo. O algo parecido.
H.:
Está bien. ¿Pero cómo se arman los sueños?
P.:
¿Te refieres a cómo dos sueños se relacionan entre sí?
H.:
No. Porque, como tú dijiste, son sólo pedazos y fragmentos. Lo que
quiero decir es: ¿Cómo se arma un sueño en el interior de sí mismo? ¿Se podría
armar la conducta animal de la misma manera?
P.:
No sé por dónde empezar.
H.:
Bueno. ¿Los sueños funcionan por oposiciones?
P.:
¡Santo Dios! Esa es la antigua creencia popular. No. No predicen el
futuro. Los sueños están como suspendidos en el tiempo. No tienen tiempos
gramaticales.
H.:
Pero si una persona teme algo que sabe que le sucederá mañana, ¿puede
soñar sobre ello esta noche?
P.:
Por cierto. O sobre algo de su pasado. O sobre el pasado y el presente
juntos. Pero el sueño no contiene ningún rótulo que le diga “acerca de qué”
versa, en este sentido. Sencillamente, es.
H.:
¿Quieres decir que es como si el sueño no tuviera portada?
P.: Sí. Es como un viejo manuscrito o una carta
que perdió el principio y el final, y el historiador tiene que adivinar sobre
qué trata, quién la escribió y cuándo. . . a partir de lo que hay dentro de
ella.
H.:
¿Entonces tendremos que ser objetivos, también en esto?
P.:
Sí, sin duda. Pero sabemos que tenemos que ser cuidadosos en ello.
Tenemos que cuidarnos de no forzar los conceptos de la criatura que maneja con
el lenguaje y los utensilios el material de los sueños.
H.: ¿Qué quieres decir?
P.:
Bueno. Por ejemplo: si un sueño no tiene tiempos gramaticales y están en
cierta manera suspendidos en el tiempo, entonces sería forzar una indebida
objetividad decir que un sueño “predice” algo. E igualmente equivocado es decir
que constituye una aserción sobre el pasado. No es historia.
H.:
¿Sólo propaganda?
P.:
¿A qué te refieres?
H.:
Quiero decir… ¿Es como esa clase de historias que escriben los
propagandistas que dicen que son historia, pero en realidad son sólo fábulas?
P.:
De acuerdo. Sí. Los sueños son en muchos aspectos como los mitos y las
fábulas. Pero no hechos conscientemente por un propagandista. Ni planificados.
H.:
¿Un sueño tiene siempre una moraleja?
P.:
No sé si siempre. Pero frecuentemente, sí. Pero la moraleja no está
formulada en el sueño. El psicoanalista trata de que el paciente encuentre la
moraleja. En realidad, el sueño en su totalidad es la moraleja.
H.:
¿Qué significa esto?
P.:
No lo sé bien.
H.:
Bien. ¿Funcionan los sueños por oposiciones? ¿Es la moraleja lo opuesto
de lo que el sueño parece decir?
P.: ¡Oh, sí! Muchas veces. Los sueños
tienen a veces un giro irónico o sarcástico. Una especie de “reductio ad
absurdum”.
H.:
¿Por ejemplo?
P.:
Está bien. Un amigo mío fue piloto de cazas durante la Segunda Guerra Mundial.
Después de la guerra se hizo psicólogo y le tocó rendir el examen oral para su
doctorado en filosofía. Le invadió el terror, pero la noche anterior al examen
tuvo una pesadilla en la que volvió a tener la experiencia de hallarse en un
avión que había sido derribado. Al día siguiente se presentó al examen sin
temor alguno.
H.:
¿Por qué?
P.:
Porque era tonto que un piloto de caza tuviera miedo a un grupo de
profesores universitarios que no podían derribarlo realmente.
H.:
¿Pero cómo lo supo? Lo que el sueño le decía pudo ser que los profesores
lo derribarían. ¿Cómo supo que era irónico?
P.:
Humm. La respuesta es que no lo supo. El sueño no lleva un letrero
aclarando que es irónico. Y cuando la gente es irónica en la conversación de la
vida despierta, muchas veces no te lo aclara.
H.:
No. Es verdad. Siempre pienso que es una especie de crueldad.
P.:
Si. Con frecuencia lo es.
H.: Papá,
¿los animales son alguna vez irónicos o sarcásticos?
P.:
No. Imagino que no. Pero no estoy seguro de que ésas sean exactamente
las palabras que hay que emplear. “Irónico” y “sarcástico” son palabras para el
análisis del material de un mensaje expresado por el lenguaje. Y los animales
no tienen lenguaje. Tal vez sea una parte de la objetividad indebida.
H.:
De acuerdo. ¿Entonces los animales funcionan mediante oposiciones?
P.:
Bueno, sí. De hecho lo hacen. Pero no estoy seguro de que sea la misma
cosa
H.:
Sigue. ¿Cómo lo hacen? ¿Y cuando?
P.:
Bueno. Tú has visto cómo un cachorro se acuesta de espaldas y ofrece la
panza a un perro más grande. Esto es una especie de invitación para que el
perro grande lo ataque. Pero funciona en sentido opuesto: hace desistir del
ataque al perro más grande.
H.:
Sí, va lo veo. Es una manera de usar las oposiciones. ¿Pero lo .saben?
P.:
¿Te refieres a si el perro más grande sabe que el cachorro está diciendo
lo opuesto de lo que significa? ¿Y si el cachorro sabe que ésa es la manera de
detener al perro grande?
H.:
Sí.
P.:
No lo sé. A veces pienso que el cachorro sabe un poco más del asunto que
el perro grande. De todas maneras, el cachorro no da ninguna señal que muestre
que lo sabe. Como es obvio, tampoco podría darla.
H.:
Entonces, sucede lo mismo que en los sueños. No existe ningún cartel que
explique que el sueño trabaja con oposiciones.
P.:
Es verdad.
H.:
Me parece que estamos llegando a algo. Los sueños funcionan por
oposiciones, y los animales funcionan por oposiciones.
P.:
Humm.
H.: ¿Por qué se pelean los animales?
P.:
Oh, por muchas razones: territorio, sexo, alimento...
H.:
Papá, estás hablando como la teoría del instinto. Creía que estábamos de
acuerdo en no hacerlo.
P.: Está bien. ¿Pero qué clase de respuesta
quieres a la pregunta de por qué se pelean los animales?
H.:
Bien. ¿Funcionan por oposiciones?
P.:
¡Oh, sí! Muchas de las luchas terminan en una especie de armisticio. Y
no cabe duda de que ciertas peleas juguetonas son en parte una manera de
afirmar la amistad. O de descubrir o redescubrir la amistad.
H.:
Eso pensaba yo...
H.:
¿Pero por qué faltan los indicadores? ¿Es por la misma razón en el caso
de los animales y en el de los sueños?
P.:
No lo sé. Pero fíjate que los sueños no siempre funcionan por
oposiciones.
H.:
No... por supuesto que no... tampoco los animales.
P.:
De acuerdo, entonces.
H.:
Volvamos a ese sueño. Su efecto total sobre aquel hombre fue el mismo
que sí alguien le hubiera dicho: “Tú en un avión” de caza no es igual a “Tú en
un examen oral”.
P.:
Sí, pero el sueño no descifraba eso. Sólo decía “Tú en un avión de,
caza”. Deja afuera el “no” y deja afuera la instrucción de comparar el sueño
con alguna otra cosa y no dice que no deba compararlos.
H.:
De acuerdo. Tomemos primero el “no”. ¿Hay algún “no” en la conducta animal?
P.:
¿Cómo podría haberlo?
H.:
Quiero decir si un animal puede, mediante sus acciones, decir: “No te
morderé”.
P.:
Bueno, comencemos por ahí. La comunicación mediante acciones no puede de
ninguna manera tener tiempos gramaticales. Sólo son posibles en el lenguaje.
H.:
¿No dijiste que los sueños no tienen tiempos gramaticales?
P.:
Humm. Si, lo dije.
H.:
Muy bien. ¿Y qué pasa con el “no”? ¿Puede decir el animal: “No estoy
mordiéndote”?
P.:
Subsiste el tiempo gramatical. Pero no te preocupes. Si un animal no
está mordiendo a otro, no lo está mordiendo, Y eso es todo.
H.:
Pero puede no estar haciendo toda clase de cosas distintas, dormir,
comer, 0 etcétera. ¿Cómo hace para decir: “Morder es lo que no estoy haciendo”?
P.:
Sólo puede hacerlo si el morder se mencionó ya antes.
H.:
¿Quieres decir que podría decir: “No te estoy mordiendo” mostrando para
ello primero los colmillos y no mordiendo luego? [N.d.E.: esta es también la
explicación de la actual función de la “risa” (mostrar los dientes) en los
seres humanos].
P.:
Sí, algo así.
H.:
¿Pero qué pasa cuando los animales son dos? Ambos tienen que mostrar los
colmillos.
P.:
Sí.
H.:
Y luego, me parece, pueden interpretarse mal y trabarse en una pelea.
P.:
Sí. Existe siempre este peligro cuando funcionas por oposición y no
dices o no puedes decir qué es lo que estás haciendo, especialmente cuando no
sabes qué estás haciendo.
H.:
Pero los animales sabrían que muestran los colmillos para decir: “No te
v a morder”.
P.: Dudo de que lo sepan. Y ciertamente
ninguno de los dos animales lo sabe respecto del otro. El soñante no sabe al
comienzo del sueño cómo terminará éste.
H.:
Entonces es una especie de experimento…
P.:
Sí.
H.: Entonces podrían enzarzarse en una
pelea para descubrir si lo que tenían que hacer era pelearse.
P.:
Sí... pero yo lo expresaría menos teleológicamente… que la pelea les
muestra qué clase de relación tienen, después de todo. No es algo planificado.
H.:
¿Entonces el “no” no se halla realmente presente cuando los animales
muestran los colmillos?
P.:
Imagino que no. O en muchos casos, no. Tal vez dos viejos amigos pueden
trabarse en una pelea por juego y saber desde el comienzo qué están haciendo.
H.:
De acuerdo. Entonces el “no” está ausente en la conducta animal porque
“no” es una parte del lenguaje verbal y no puede haber una señal de acción para
ese “no”. Y como no existe un “no”, la única manera de ponerse de acuerdo sobre
una negativa dramatizar en su totalidad la reductio ad absurdum. Tienes que
dramatizar la batalla para demostrar que no lo es, y luego tienes que
dramatizar la sumisión para demostrar que el otro no te comerá.
P.:
Sí.
H.:
¿Los animales tuvieron que descubrir esto pensándolo?
P.:
No. Porque es necesariamente verdadero. Y lo que es necesariamente
verdadero gobernará lo que hagas, independientemente de que sepas que es
necesariamente verdadero. Si pones dos manzanas junto a tres manzanas obtendrás
cinco manzanas.., aunque no sepas contar... es otra manera de “explicar” las
cosas.
H.:
¡Oh!
H.:
¿Pero por qué el sueño deja fuera el “no”?
P.:
Creo que en realidad es por una razón bastante similar. Los sueños están
principalmente hechos de imágenes y de sentimientos, y sí quieres comunicarte
mediante imágenes y sentimientos y cosas semejantes, vuelves a estar gobernada
por el hecho de que no existe una imagen para el “no”.
H.:
Pero podrías soñar una señal vial de “Deténgase” cruzada por una barra,
y el significado sería: “No se detenga”.
P.:
Sí. Pero estamos a mitad de camino del lenguaje. Y la barra transversal
no equivale a la palabra “No”. Equivale a las palabras: “No hagas esto”. El “No
hagas” puede transmitirse mediante el lenguaje de la acción, si la otra persona
toma la iniciativa y menciona lo que quieres prohibir. Hasta puedes soñar con
palabras, y las palabras “No hagas” pueden figurar entre ellas. Pero dudo de
que puedas soñar un “No hagas” que se refiera al sueño. Me refiero a un “No”
que signifique: “Este sueño no debe tomarse literalmente”. A veces, cuando el sueño
es muy leve, sabemos que estamos soñando.
H.:
Pero, papá, todavía no respondiste la pregunta de cómo se arman los
sueños.
P.:
Pienso que en realidad ya la respondí. Pero intentemos de nuevo. Un
sueño es una metáfora o una maraña de metáforas. ¿Sabes qué es una metáfora?
H.:
Sí. Si yo digo que eres como un cerdo, es un símil, Pero si digo que
eres un cerdo, es una metáfora.
P.:
Aproximadamente sí, Cuando una metáfora recibe el rótulo de metáfora, se
convierte en un símil.
H.:
Y este rótulo es lo que el sueño deja fuera.
P.:
Así es. Una metáfora compara cosas sin explicitar la comparación. Toma
lo que vale para un grupo de cosas y se lo aplica a otro. Cuando decimos que
una nación “decae”, usamos una metáfora sugiriendo que ciertos cambios en una
nación son como los cambios que las bacterias producen en un fruto. Pero no nos
detenemos a mencionar el fruto o la bacteria.
H.:
¿Y un sueño es así?
P.:
No. Al revés. El sueño mencionará el fruto y posiblemente la bacteria,
pero no la nación. El sueño trabaja con la relación pero no identifica las
cosas relacionadas.
H.:
¿Papá, podrías construirme un sueño?
P.:
¿Empleando esta receta, dices? No. Tomemos el fragmento de poema que te
leí hace un momento y convirtámoslo en un sueño. Tal como está compuesto, es
casi un material onírico. En la mayor parte de él sólo tienes que sustituir las
imágenes por palabras. Y las palabras son bastante vívidas. Pero toda la cadena
de metáforas e imágenes está anclada, lo que no sucede en un sueño.
H.:
¿Qué entiendes por “anclada”?
P.:
Me refiero a la primera palabra “Pensamiento”… El poeta la usa
literalmente y esa sola palabra te dice a qué se refiere todo el resto.
H.:
¿Y en un sueño?
P.:
Esta palabra también, habría sido metafórica. Entonces todo el poema
habría sido mucho más difícil.
H.:
Bueno, entonces cámbiala.
P.:
¿Qué te parece? “Bárbara cambió el infinito…” etcétera.
H.:
¿Pero por qué? ¿Quién es ella?
P.:
Bueno, es bárbara, es mujer y es el nombre mnemotécnico de uno de los
modos del silogismo. Me pareció que funcionaría bastante bien como símbolo
monstruoso de “Pensamiento” puedo verla ahora con un par de calibres, apretando
su propio cerebro para cambiar su universo.
H.:
Basta.
P.: Bueno, pero ya ves a qué m refiero
cuando digo que las metáforas no están ancladas.
H.:
¿Los animales anclan sus metáforas?
P.:
No. No necesitan hacerlo. Verás. Cuando un pájaro adulto se comporta
como un pichón al acercarse a un miembro del sexo opuesto está utilizando una
metáfora tomada de la relación entre hijo y padre. Pero no necesita anclar con
quién es la relación sobre la que está hablando. Se trata obviamente de la
relación entre él y el otro pájaro. Ambos están presentes.
H.:
¿Pero nunca usan metáforas —dramatizan metáforas— sobre ninguna otra
cosa que no sean sus propias relaciones?
P.:
No lo creo. No… los mamíferos no. Y tampoco creo que las aves lo hagan.
Las abejas... tal vez. Y, por supuesto, la gente.
H.:
Hay una cosa que no entiendo.
P.:
¿Sí?
H.:
Encontramos una gran cantidad de cosas en común entre los sueños y la
conducta animal. Ambas funcionan por oposiciones y ambas no tienen tiempos
gramaticales, y ambas no tienen “no”, y ambas operan mediante metáforas y
ninguna de ellas ancla sus metáforas. Pero lo que no entiendo es... por qué,
cuando los animales hacen esas cosas, lo que hacen tiene sentido. No veo por
qué los sueños tienen que ser así, tampoco.
P.:
Tampoco yo.
H.:
Y hay algo más.
P.:
¿Sí?
H.:
Dijiste que los genes y los cromosomas portaban mensajes sobre el
desarrollo. ¿Hablan como los animales y los sueños? Quiero decir, en metáforas
y sin “no hagas”. ¿O hablan como nosotros?
P.:
No lo sé. Pero estoy seguro de que su sistema de mensajes no contiene
una transformación simple de la Teoría del Instinto.
(1) De "Pasos
hacia una Ecología de la Mente". Este metadiálogo se reproduce con
autorización de Mouton & Co. de “Approaches to Animal Communication”
compilado por Thomas A. Sebeok, 1969.
(2) Blake, William,
1794, “Europe a Prophecy”, publicado y editado por el autor.
(3) S[timulus] —
R[esponse] Psychology: Estímulo – Respuesta, ecuación básica del conductismo.
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